“Amor
por la justicia pervertido a venganza y resentimiento”. (Dante)
Angala
había llegado al poder: su riqueza e influencia crecían día a día, y hacía y
deshacía según le placiera, para beneficio de quienes la sostenían en lo alto.
Con
su mano izquierda controlaba a las clases bajas, y con la derecha, apuntaba con
el dedo y decretaba quiénes tenían razón y quiénes no. Quiso ser llamada La
Reina de la Verdad; algunos no estuvieron de acuerdo y a éstos les fue prohibido hablarle o hacerle preguntas. Otros, en cambio, se arrodillaron y comieron de lo que caía de su
plato.
No
conforme con estos tributos que el pueblo debía pagar (sumisión para unos,
difamación para otros), Angala cruzó sus manos e hizo que los pueblos pelearan
entre sí, para que los vencedores enriquecieran sus arcas con los botines de guerra.
Hoy
día se conserva esta ilustración en la cual quedan representadas las heridas que
sus propios súbditos le propinaron, mientras continuaba esparciendo ira por todos
sus feudos.
Dícese que la herida principal la tenía bajo la gargantilla (imagen).
ILUSTRACIÓN: Rocío D. Limón TEXTO: Santiago R. Bailez Chayé