lunes, 23 de abril de 2012

El ángel caído



Día tras día, el ángel se ocupaba de unir almas gemelas. No era fácil fomentar encuentros secretos, o encontrar el lugar más adecuado donde pudieran estar a solas y en intimidad. La mayoría de las veces, su tarea era convencer a la mujer, que quería pero que no estaba segura (las rígidas convenciones sociales y morales eran una barrera difícil por aquellos tiempos). Tenía que tener mucho cuidado con estas dudas porque ponían en peligro su eficiencia. No era Cupido, pero lo suyo era –dejando la humildad de lado– similar. No usaba flechas, sino que acostumbraba susurrar palabras al oído de las adolescentes que escuchaban embelesadas las promesas de un amor eterno, más allá de este mundo y de este tiempo. 


A veces le molestaba no ser como los otros ángeles y que la acusaran de oportunista o de estar al servicio de los poderosos. Sin embargo, en general, sentía cierto orgullo cuando veía a mujeres felices (¿felices?), entregadas a hombres que cuando hablaban de la eternidad lo hacían en forma literal. Sin ir más lejos, ahora debía lograr que Lucy accediera a recibir en su habitación al hombre que la acechaba en sus sueños desde hacía varias semanas. 


—¿Está todo listo, ángel? Necesito que me asegures que Lucy será mía. 


—Sí, Drácula. Esta noche.


ILUSTRACIÓN: Rocío D. Limón                          TEXTO: Adriana Santa Cruz

martes, 10 de abril de 2012

La muerte de Invierno


Comenzó cuando, durante una mañana de septiembre, sintió una extraña comezón en las entrañas de su cabellera; era un sudor blanco y brillante bajo una creciente sofocación. De pronto la respiración calma, adormecida hasta entonces, se le agitó desde el punto más austral de su cuajado pulmón. Como espasmos.
Mayor fue su preocupación durante una de las últimas tardes de su agonía; se había dado cuenta de que, poco a poco, su piel iba siendo invadida por escamas rojas, blancas y amarillas, las cuales, a su vez, presentaban sus propias escamas. Sus últimas horas se le hicieron interminables, como si los días, de hecho, hubieran ido estirándose.
En el final, posada en uno de sus brazos todavía sanos, y vestida de luto, su descendencia, aún sin el encanto de la madurez que le daba nombre y fama, le ofrendó su primera artesanía. Le prometió que reencarnaría, y que cuando lo hiciera, él sería quien estaría en el regazo del moribundo otoño, ofrendándole su primera helada. 
Entonces, lo finiquitó con una rosa.
ILUSTRACIÓN: Rocío D. Limón                 TEXTO: Santiago R. Bailez Chayé

jueves, 5 de abril de 2012

El ángel del Führer

Cuando Hitler quebrantó el pacto de no agresión que había firmado con Stalin y envió a tres mil alemanes para avanzar sobre Rusia, recibió el primer aviso: Lelahel, su ángel guardián, perdió sus vestiduras blancas y la temperatura, en el invierno de Moscú, cayó a cincuenta grados bajo cero. Para cuando el ataque a Pearl Harbor, Lelahel había visto cómo su cabellera crecía a la vez que una oscuridad de muerte iba matizándola.
Pero fue cuando Stalingrado puso en jaque al Tercer Reich, y luego del fallido atentado contra Hitler por parte de Claus von Stauffenberg, que las alas de Lelahel se infectaron con cicuta.
Al final, mientras el Führer y Eva destinaban sus almas al infierno, y Lelahel veía su ropa teñida de sangre, Dios debió aceptar que otro de sus ángeles había estado trabajando de incógnito a las órdenes de la Parca, y no supo si agradecer o lamentar.

ILUSTRACIÓN: Rocío D. Limón                     TEXTO: Santiago R. Bailez Chayé

domingo, 1 de abril de 2012

Un crimen perfecto


Romeo estaba deslumbrado por la belleza de Rosalina, sin embargo conoce a Julieta y olvida a su antigua enamorada. El joven Montesco y la hermosa Capuleto se encuentran en una romántica noche bajo una romántica luna llena. Él le habla a su amada estratégicamente asomada a su balcón, estratégicamente puesta de modo que la luz de la luna le resalte su juventud y su hermosura. Se casan en secreto, pero Romeo mata a Teobaldo sin querer y es desterrado a Mantua. Mientras tanto Julieta finge aceptar casarse con Paris y la víspera de la boda bebe un narcótico que la dormirá el tiempo suficiente para que la crean muerta, Romeo vuelva, la espere despertarse y se la lleve a Mantua para ser felices.
Romeo no se entera del plan, bebe un veneno ante su amada que cree muerta y Julieta al despertar se encuentra con Rosalina que saca una daga y se la clava a su prima buscando aplacar el dolor por la muerte del que debería haber sido su esposo.

ILUSTRACIÓN: Rocío D. Limón                              TEXTO: Adriana Santa Cruz
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