La olvidó pero siempre había sido, siempre sería parte de él. La había amado y no dejaría de hacerlo, en silencio y en sueños indescifrables hechos de katakana. Habían estado juntos contadas veces; sin embargo, por alguna razón, a causa de una cuestión tejida entre los aires de las cuatro estaciones, la foto de su persona, antes de esfumarse, amarillearía.
Ahora la distancia y la indiferencia eran el único nexo. Ahora, la búsqueda de una respuesta: ¿por qué tanto amor si acaso creía que no había existido, en ella, nada tan poderoso como para hacer de su corazón un solo nombre?
De pronto todo fue simple: había sido la única mujer verdadera que rozara su vida. Lo demás había importado poco o en absoluto. Ella había sido, ni más ni menos, ella.
Ahora muere en sus sueños escritos en japonés. Día a día. Yace escondida en su memoria, donde estará para siempre, como bastión contra horas beligerantes.
ILUSTRACIÓN: Rocío D. Limón TEXTO: Santiago R. Bailez Chayé
Me gusta mucho vuestro proyecto.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Pilar. Un gusto tenerte entre nuestro lectores. Saludos.
ResponderEliminarMe encanta!!!!
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